Visión y Motivación
La idea de conectar las ciudades EUGLOH en bicicleta no fue originalmente mía. La iniciativa de pedalear desde o hacia Múnich, París, Lund, Oporto, Szeged, Alcalá, Tromsø, Novi Sad o Hamburgo fue presentada seriamente por el motivadísimo ciclista y exdirector de la Oficina de Asuntos Internacionales de la LMU, Dr. Stefan Lauterbach, durante la primera fase del proyecto (2019-2022). Un viaje entre dos ciudades EUGLOH cercanas podría servir como una estrategia para fortalecer la visibilidad y el sentido de pertenencia entre los miembros de la alianza, estudiantes como académicos/as y otros miembros de la comunidad universitaria. Me sentí animado por la iniciativa de Stefan Lauterbach y, tras recibir la invitación a la Cumbre Anual de la alianza (EUGLOH Annual Summit) en Szeged, consideré seriamente la posibilidad de llevar a cabo esta idea por primera vez. Después de mucha reflexión y planificación, tomé la decisión de emprender esta aventura.
Este proyecto se alimentó de diferentes fuentes de inspiración y motivación. Por un lado, la idea de Stefan Lauterbach fue el impulso inicial, y por otro, bastó una mirada a mi alrededor para ser alentado por amigos experimentados. Otra fuente de motivación es mi firme convicción de que una movilidad más sostenible, con condiciones favorables, no solo es posible, sino que merece ser promovida. Los académicos y otros miembros de la universidad, como yo, a menudo asisten a conferencias, congresos y otros eventos. Me pregunté cómo sería si extendiéramos los beneficios de la así llamada “movilidad verde” o “green travel” a tal punto que incluso estos desplazamientos fueran posibles. En mi caso particular, tuve que tomarme una semana libre y costear muchos gastos de mi propio bolsillo (lo cual encuentro absolutamente justo), pero espero que en el futuro tales acciones también puedan ser consideradas en las políticas de de viajes de trabajo.
Preparación y ruta
La preparación se intensificó durante las semanas previas al viaje. Como ciclista aficionado, solía hacer rutas de fin de semana y nunca había recorrido una distancia tan larga. He pedaleado más de 100 km en una sola vez en varias ocasiones: mi ruta favorita desde Múnich alrededor del lago Starnberg tiene casi 130 km. El desafío de la ruta en bicicleta a Szeged consistía en cubrir largas distancias consecutivamente. Enfoqué mi entrenamiento en la resistencia. Mis sesiones de entrenamiento (no solo ciclismo, sino también natación, remo y trote) tuvieron que ser incrementadas e intensificadas. Además de la preparación física, tuve que ocuparme del equipo necesario, incluyendo una bicicleta nueva, ropa, repuestos, etc. La preparación me permitió ajustarme mentalmente al viaje en bicicleta, especialmente al aspecto más difícil: el carácter solitario del viaje, ya que tendría que recorrer casi 1.000 km solo.
Dividí la distancia de casi 1.000 km entre Múnich y Szeged en once etapas. El plan original era recorrer en su mayoría la pintoresca y bien cuidada ciclovía del Danubio (Donauradweg) hasta poco antes de la última etapa. En Baviera, la ruta me llevaría a través de Landshut y el valle de Vils hasta Passau, en Austria a lo largo del Danubio a través de Linz, Ybbs an der Donau, Krems an der Donau hasta Viena, en Eslovaquia de Bratislava a Komárno y luego en Hungría a través de Budapest y Kecskemét hasta mi destino en Szeged.
¡Partimos! El Danubio Alemán
Con las alforjas repletas, el móvil cargado, el GPS y la powerbank, así como las botellas de agua llenas, partí el día de Corpus Christi. La primera etapa a Landshut fue especialmente agradable, no solo por el clima estupendo, sino también porque mi novia me acompañó en bicicleta. Bajo un sol radiante no podía imaginar lo que me esperaba.
La segunda etapa puso a prueba mis habilidades de conducción, ya que antes de partir comenzó la lluvia intensa y continua que marcaría el resto del viaje directa e indirectamente. El clima resultó ser especialmente adverso, lo que me obligó a tomar un tren regional para evitar el valle de Vils. Cuando bajé del tren en Vilshofen, vi por primera vez el paisaje del Danubio que me acompañaría los días siguientes. Aunque el nivel del Danubio en Passau no había alcanzado un nivel de alerta, había una cierta inquietud debido a la advertencia de inundación.
Entre valles e inundaciones: En el hermoso (e inundado) Danubio Azul en Austria
La tercera etapa a Linz comenzó seca, pero la lluvia no tardó en aparecer. La etapa de casi 100 km transcurrió cerca de la orilla y estaba muy influenciada por los meandros del río. Los pocos grupos de ciclistas que vi los encontré por última vez en esta ruta; después, solo encontré a unas pocas personas que se atrevieron a tomar la bicicleta bajo esas condiciones. Llegar a Linz bajo una lluvia torrencial fue especialmente memorable para mí, ya que mi novia (que había tomado el tren desde Múnich) me esperaba allí. Ser esperado por alguien y llegar allí resultó ser el sentimiento más feliz de todo el viaje en bicicleta.
Después de Linz, la situación meteorológica mejoró significativamente. Sin embargo, me di cuenta de que un nuevo y más peligroso desafío influiría en gran medida en el resto del viaje: la inundación. La lluvia en Alemania y Austria (que también experimenté) y las grandes cantidades de agua que fluían hacia los afluentes habían elevado los niveles del Danubio a un punto crítico. Los niveles crecientes del Danubio amenazaban con inundar la ciclovía debido a su ubicación junto a la orilla. La preparación de cada etapa requería ahora una revisión más cuidadosa de posibles bloqueos, desvíos y opciones de retorno.
La ruta de Linz a Viena la dividí en tres etapas, todas a lo largo la ciclovía del Danubio y, por lo tanto, todas en riesgo de inundación y cierres. Además del estado a lo largo de la ciclovía, cada mañana tenía que informarme sobre los niveles del agua en las estaciones de medición correspondientes. El pico del nivel del agua se encontraba más arriba en el río, pero provenía de Alemania (donde ya se habían declarado estados de emergencia en varios distritos) y, naturalmente, fluía río abajo. Con los datos de las estaciones de medición y mi plan de etapas, traté de calcular el momento aproximado del encuentro con el pico del nivel del agua. Este momento, según mis cálculos, estaba a unos tres o cuatro días (lo cual, a pesar de mi absoluta falta de conocimientos de hidrología, resultó ser relativamente preciso).
En este momento, el viaje en bicicleta se convirtió en una carrera contra el tiempo. Esto se hizo evidente con las noticias de caminos, puentes y transbordadores cerrados, algunos de los cuales ya había recorrido. El hermoso y tranquilo paisaje del Danubio se convirtió, lamentablemente, en un entorno amenazante para mí y para el arduo viaje en bicicleta. Entre Linz y Viena encontré los primeros cierres, pero los desvíos estaban tan bien señalizados que estos bloqueos resultaron ser poco problemáticos.
Llegar a Viena significó que ya había recorrido la mitad del trayecto. Si la situación empeoraba, podría tomar la decisión en Viena de abandonar el viaje y regresar a Múnich. Esta posibilidad siempre estuvo presente en mi mente, especialmente debido a la incertidumbre sobre posibles cierres en Eslovaquia y Hungría. La información sobre estas áreas para la ruta a Bratislava y más allá de Komárno era poco clara, así que decidí continuar, pero evitar las rutas cercanas a la orilla tanto como fuera posible. Tomar estos desvíos significaba recorrer distancias más largas, reto que tuve que aceptar para poder continuar.
Fuera de la ciclovía del Danubio: Eslovaquia y Hungría
Tuve que dejar Viena por Schwechat y solo pude llegar a Komárno pasando por Győr, lo que aumentó significativamente la cantidad de kilómetros de las etapas. Evitar la ciclovía del Danubio también significó tener que tomar ciclovías secundarias que no estaban tan bien mantenidas como la ruta principal.
En Budapest, me encontré (como aproximadamente había calculado) con el pico del nivel del agua, lo que, según los informes, hizo que continuar por la ciclovía fuera imposible. El estado de las ciclovías secundarias en Hungría también fue un desafío: muchos caminos eran nuevos, asfaltados y bien señalizados, pero a menudo tenía que concentrarme en evitar baches y conducir en superficies irregulares, lo que disminuía significativamente mi velocidad. Otras rutas tenía que compartirlas con el tráfico de automóviles, a veces solo separados por una línea, y a veces sin ninguna separación. Como mi seguridad era lo más importante, me informé cuidadosamente sobre las rutas y tomé solamente caminos permitidos para ciclistas. Si en algún momento sentía que mi seguridad estaba en riesgo debido a la ruta, tomaba el tren, lo cual en Hungría era sencillo.
Debido al pico del nivel del agua, tuve que acortar la penúltima etapa. En Kecskemét, la penúltima estación antes del destino en Szeged, me preparé para los últimos 100 km. Esta última etapa me llevó por caminos de barro y arena (donde tuve que empujar mi bicicleta), carreteras rurales y grandes obras de construcción, pero también por tramos hermosos y bien mantenidos hasta finalmente llegar a Szeged.
Al llegar a Szeged, apenas podía creer que había alcanzado mi objetivo. Después de 965 km, a través de cuatro países, tres capitales y numerosos pueblos y asentamientos, había llegado a la ciudad anfitriona de la cumbre anual de EUGLOH. Lo primero que hice fue tomar una foto de mi bicicleta frente al edificio del rector de la Universidad de Szeged, y allí, por casualidad, me encontré con colegas del consorcio que se alegraron conmigo por el aventurero viaje.
La fama inmediata
Durante el evento, a menudo me felicitaban por haber recorrido más de 900 km en bicicleta. Poco a poco, me di cuenta de la locura de la hazaña de la que todos hablaban: casi 1.000 km, solo, a través de paisajes lluviosos, amenazados por inundaciones y desconocidos para mí, para dar un mensaje de sostenibilidad, lo cual también me parecía una locura. Una participante de la conferencia me dijo que era como una „leyenda urbana“, todos hablaban del que había pedalado de Múnich a Szeged. La noche del penúltimo día del evento, ocurrió uno de los momentos más memorables, cuando los organizadores de la conferencia me otorgaron el premio al „Viajero Más Ecológico“ frente a todos los participantes. Este trofeo ahora se exhibe con orgullo en mi escritorio en la oficina como un símbolo de lo que puedo lograr cuando me lo propongo.
Die Bedeutung für mich
El significado para mí
Pude aprender mucho de este viaje en bicicleta: sobre mí mismo, sobre mis fortalezas, pero también sobre mis debilidades; sobre mi entorno, especialmente sobre el hecho de que nunca se puede tener el control total sobre las circunstancias a tu alrededor. Ser capaz de lidiar con esto, estar preparado y ser adaptable y reactivo, es la consigna para el futuro. En el sillín, vi, experimenté y sentí muchas cosas: humildad, gratitud, miedo, esfuerzo, alegría y autorrealización. Estoy agradecido a muchos por el apoyo y la motivación, especialmente a mi novia, quien, a pesar de las preocupaciones, me motiva constantemente a ser una mejor persona cada día, y también a mis colegas del equipo EUGLOH de la LMU por el apoyo logístico. Quiero dedicar el premio al „Viajero Más Ecológico“ al iniciador de la idea, Stefan Lauterbach, con la esperanza de que se una la próxima vez (¡habrá una próxima vez!).
Por qué nunca olvidaré este viaje
Difícilmente podré olvidar este viaje en bicicleta. Las razones son variadas: por un lado, los momentos hermosos, el paisaje pintoresco y a menudo impresionante, las personas amables a lo largo de la ruta, el Danubio como un hábitat europeo común, la naturaleza y su imprevisibilidad, la alegría y la paz de andar en bicicleta, persiguiendo un objetivo concreto. Por otro lado, también fueron los momentos desafiantes y difíciles, el esfuerzo, la incertidumbre y la soledad. La combinación de todos estos aspectos ha creado una experiencia de vida única que nunca olvidaré.
¿Lo haría de nuevo?
A menudo me preguntan si volvería a hacer un viaje en bicicleta de este tipo. El primer día después de llegar, mi respuesta fue más dudosa. Mirando hacia atrás en las experiencias, ahora tiendo a dar una respuesta positiva. Definitivamente volvería a recorrer una distancia tan larga en bicicleta, aunque haría algunas cosas de manera diferente. Me buscaría una bicicleta más robusta para los caminos rurales, empacaría más ligero, buscaría un grupo que me acompañara en el viaje y ajustaría mi actitud hacia circunstancias que no puedo cambiar, como el nivel del agua del Danubio y el clima. Además, me gustaría tomar otras rutas y explorar nuevos paisajes y quién sabe, tal vez establecer otras ciudades EUGLOH como Hamburgo, París o Lund como objetivos alcanzables desde Múnich.
En nombre de la sostenibilidad
Por supuesto, las diferencias con los medios de transporte convencionales como el automóvil, el tren y el avión son grandes. No solo la duración – once días en comparación con 5-12 horas, dependiendo de cómo se viaje o se vuele – sino también el viaje en sí, junto con la preparación, son considerablemente diferentes. Sin embargo, lo que para mí fue decisivamente diferente fue la actitud general. Convertí un viaje de trabajo, específicamente solo el viaje de ida, en el que normalmente se preparan las diapositivas para presentaciones y las tarjetas para moderaciones, en una de las mayores aventuras de mi vida. Si hubiera tomado el tren, también habría sido una señal de viaje sostenible, pero el impacto en el marco del evento habría sido menor. El hecho de que se pueda emprender algo así y participar inmediatamente después en un evento de este tipo muestra que tales caminos son viables.